Olaizola II ya tiene su txapela del Parejas

Olaizola_mendizabal_campeones200803

Duro partido el que pudimos contemplar en el Ogueta de Vitoria. Aimar Olaizola quería la txapela que le faltaba a toda costa y no se anduvo con florituras. Con una pelota con la que dejó a Titín de espectador acabó derrumbando a Laskurain. El delantero navarro sometió a un intenso bombardeo al zaguero de Plaentxi que dinamitó el encuentro. Olaizola II fue pitado por parte del público por rehuir el combate en los cuadros alegres con Titín pero el de Goizueta lo tenía claro, había que enfundarse la txapela de campeón de Parejas. Mendizabal II cumplió muy bien en la zaga, sobre todo con la izquierda. Al final 22-17 para los de Asegarce, por cierto, la empresa bilbaina vuelve a ganar el título tras cuatro años de sequía.
Campeones en la montaña rusa del Ogueta (Guinea y Zuza, Diario de Navarra)

Cuando la derecha de Laskurain soltó el pelotazo 727 del partido y se fue abajo, Aimar Olaizola no pudo reprimirse y saltó puño en alto con el tanto 22. El goizuetarra conquistaba la txapela que le faltaba junto con Oier Mendizabal en una final dura, que viajó a tacadas y terminó siendo una montaña rusa en la que el dueto de Asegarce terminó desenvolviéndose mejor.
No fue un partido brillante en lo técnico, pero mantuvo viva la emoción en 91 minutos que fueron devorados segundo a segundo por una parroquia entregada y dividida en un abarrotado Ogueta.

Un cadáver para una txapela (Ortuzar, Deia)

Extenuado, incapaz de soportar más castigo, cedió Aritz Laskurain a falta de un tanto, torturado inclementemente por la demoledora derecha de Aimar Olaizola. Gota malaya. Garrote vil. Laminado, vacío de energía, Laskurain se tumbó sobre el suelo del Ogueta. Tratando de rescatar algo de aire. Una brizna de esperanza. Un trozo de piedad. Trató, sufriente y doloso, de quitarse los clavos que le crucificaron. Fabricados en la poderosa forja de Goizueta. En la factoría del campeón Manomanista. Los brazos del Aimar golpeaban sin descanso. A plena potencia. Desbocados. Una paliza.

Dos txapelas forradas de clase (Lezeta, Diario Vasco)

El regreso a la cancha de la pelota manejable de Olaizola II cambió por completo el panorama. El campeón manomanista volvió a coger las riendas del partido. Primero resolvió adelante. Luego, cuando observó que Laskurain flojeaba, cargó el juego atrás. Hizo lo correcto en cada momento, en un despliegue estratégico propio de un pelotari inteligente y con clase. En defensa estuvo enorme de principio a fin, tanto en el ancho como en el txoko.

© Pelota Vasca - Manista. Diseño: iLUNE