Dentro del anecdotario de la final del Parejas destaca un aficionado que jugó desde una playa del Caribe 2.000 euros contra 1.000 a favor de Irujo
TINO REY/El Correo
Del partido de parejas de mano profesional jugado el domingo en San Sebastián hay cantidad de curiosidades para contar. Van desde lo puramente deportivo, pasan por la amalgama de sentimientos que brotaron de la grada y terminan en las puestas que se cruzaron antes del expectante duelo.
La gran antesala del frontón Atano III fue un auténtico hervidero dos horas antes del inicio de la final. Aficionados en busca de una entrada, jóvenes de ambos sexos, corredores de apuestas, medios de comunicación, los responsables de seguridad y amigos de lo ajeno. Un ambiente de lo más variopinto.
Los móviles de los corredores de apuestas no cesaban de sonar. Juan Luis Arrarte, miembro del cuadro de Asegarce, apretó la tecla de recepción de su teléfono. «¿Quién eres?» «Soy Mikel…, estoy tirado al sol en una playa de la República Dominicana. ¿Qué hora es en Euskadi y cómo está el dinero para la final de Parejas?»
Vacaciones gratuitas
«Son las cuatro y media de la tarde y las apuestas están doble a sencillo por Martínez de Irujo y Goñi III», le contestó Arrarte. «Juégame de salida 2.000 a 1.000 euros a favor de la pareja de Aspe», expresó el interlocutor del otro lado del Atlántico. «La postura está cerrada y espero que aciertes y que el viaje te salga gratis. ¿Adiós¿». El bueno de Mikel adivinó la resolución del partido y disfrutó aún más de las sosegadas aguas caribeñas.
Según se fue acercando la hora del encuentro, una fila de jóvenes navarros procedentes de Ibero y Leitza se agolparon en la puerta de acceso al frontón. Los acérrimos hinchas de Irujo mucho más ruidosos que los de Oinatz Bengoetxea. Nada más sortearse el primer saque del encuentro se entabló en las gradas, pobladas preferentemente de juventud, un cruce de gritos que hicieron temblar el espíritu conservador de los puristas, que cada día son menos.
Hasta que el marcador tuvo pulso (12-10) se mantuvo el rifirrafe verbal. En cuanto el de Ibero y el zaguero de Zubiri pusieron tierra de por medio (18-10) los simpatizantes de Bengoetxea VI y Beloki se adentraron en el terreno del silencio. Fue duro el trayecto hasta el cartón 22 para las veinteañeras que sueñan con el ‘niño’.
A muchas de ellas se les arrasaron los ojos de lágrimas. Otras lloraban sin cesar y no había forma de consolarlas. Una pareja que se ubicó detrás de los medios de comunicación reflejaban la pura imagen de la derrota en su piel. El novio le decía a su chica, «no llores, en el deporte pasan estas cosas, Oinatz tiene mucho tiempo por delante para ser campeón». No hubo respuesta alguna. Las palabras de ternura le sonaron a hueco.
Alternancia en el frontón
En el capítulo puramente pelotístico hay que subrayar que la alternancia ha llegado a los frontones. La rotación es buena en cualquier ámbito de la vida. Hasta hace dos años casi siempre se asomaban al balcón de las mismas caras en los cuadros delanteros. Juan Martínez de Irujo y Oinatz Bengoetxea han traído desde Navarra, no podía ser de otro sitio, un ventarrón de frescura.
Lo de Irujo ha sorprendido a técnicos, empresarios y pelotazales. Sus detractores se han quedado boquiabiertos por su fulgurante explosión. Sin cumplir dos años en el profesionalismo -debutó el 6 de junio de 2003-, ha logrado la ‘txapela’ más importante de la modalidad, la del Manomanista y la de Parejas. Y tiene 23 años y mucho recorrido.
Oinatz Bengoetxea puede esperar. Lo del domingo será un suceso que nunca olvidará. Intentó subirse a las barbas del campeón y terminó pagando su audacia, producto de sus 20 años y su impericia en este tipo de contiendas.