Parece increíble que, con la poca costumbre que ha habido en la cultura vasca de dejar constancia de su historia por medio de escritos, hayan llegado hasta nuestros días las hazañas de dos de los pelotaris más antiguos: Perkaín y Gaskönia. El primero nacido nada más y nada menos que en 1760 y el segundo 50 años más tarde. De hecho, la aparición de Perkaín en los frontones se considera como el momento en el que se comienzan a tener noticias de partidos, duelos, pelotaris y anécdotas.
Perkaín, sin derrotas
Poco se sabe de este primer gran pelotari, ni siquiera se conoce la fecha exacta de su nacimiento, que se calcula entre 1760 y 1770 en Aldudes (Francia). En realidad los principales datos de su vida han llegado hasta hoy gracias a las canciones populares. Son varios los cánticos que alaban la fuerza de su brazo y la forma que tenía de golpear la pelota. Eso sí, todos coinciden en una cosa: no perdió jamás un partido.
Siempre queda la duda de que fuera una exageración propia de estas canciones, o que realmente este gran pelotari no encontrara nunca un rival de su talla. Lo que sí se puede poner en duda es que fuera cierta la respuesta que dio Perkaìn al mariscal Harispe cuando le preguntó a qué distancia podía lanzar la pelota. "Creo que podría enviarla de Baigorri a Errazu", contestó él. Algo un tanto difícil de creer, sobre todo si se tiene en cuenta que en medio de los dos pueblos está el monte Ispeguy.
Entre los muchos partidos que disputó Perkaín, son tres los que se quedaron para siempre en la historia de la pelota: uno disputado en St. Palais, otro en 1793 en Tolosa y el de Aldudes (su localidad natal). Los tres con su historia propia, por supuesto. En el primero los adversarios fueron ridiculizados, en el de Tolosa la justicia intentó prohibir el duelo por la magnitud de las apuestas, y en la de Aldudes la policía quiso detener a Perkaín por no haberse alineado políticamente, pero él no sólo disputó el partido, sino que lo ganó, mató de un pelotazo al oficial y escapó a Elizondo. Toda un hazaña…
Gaskönia, con los vizcaínos
A pesar de que hay que saltar 50 años en la historia para encontrarse con un pelotari que haya dado tanto de que hablar como Perkaín, las noticias siguen llegando hasta hoy por canciones y leyendas. Tal es el caso de Gaskönia, cuyo nombre real era Jean Erratxun y que nació en la casa Ohiartiri, en Hasparren (Francia).
De él se alababa sobre todo su físico, que le daba un aspecto fuerte y pesado, sobre todo teniendo en cuenta que pesaba 100 kilos. Según las canciones, era todo engaño, ya que en el frontón era ágil, flexible y se movía con una facilidad increíble. De él se ha dicho también que era malicioso, de profesión vaquero y que jugaba siempre con los pies descalzos. En su extenso historial de partidos, han pasado a la historia dos. Uno en el trinquete de St., Palais, donde se hizo pasar por inexperto para subir las apuestas y terminar ganado al mejor jugador con unas "balas de cañón", y la que disputó en Irun.
Corría una época en la que los duelos entre Guipúzcoa y Vizcaya era muy frecuentes, y siempre se saldaban con victoria de los guipuzcoanos. Fue en 1846 cuando los vizcaínos, hartos de ser siempre derrotados, se dejaron llevar por el renombre de Gaskönia y fueron a buscarle a Hasparren para alinearlo en su equipo. Él aceptó y la fecha quedó fijada para el 9 de agosto en Irún. Una especie de locura se apoderó del País Vasco, y las apuestas alcanzaron límites insospechados. ¿El resultado?, pues el que todos se imaginan: ganaron los vizcaínos con Gaskönia al frente y algunos perdieron hasta la cosecha del campo de maíz.