Ayer en la final del manomanista Aimar Olaizola fue a lo suyo. No ragalar nada, pegar con inteligencia y desarrollar la clase que lleva dentro como pelotari concebido para la lucha individual.
Olaizola II vuelve a tapar bocas (Javier Leoné, Diario de Noticias)
En un asombroso ejercicio de practicidad y juego sin fisuras, Aimar Olaizola se coronó en el Atano III de Donostia como bicampeón del Manomanista. Un hito, el de calarse más de una vez la txapela del torneo más importante de la mano, que sólo habían conseguido quince pelotaris. El último en hacerlo fue Irujo, al que Olaizola II relevó ayer en el trono de la mano profesional, poniendo fin al sueño de Barriola, que pagó en exceso sus nervios iniciales y el 0-7 de ventaja con el que se encontró de salida su rival.
Olaizola no perdona ni una (Luis Guinea/Santi Zuza, Diario de Navarra)
Pero justo cuando parecía que Barriola entraba en la final se produjo otro detalle que condicionó el partido. El leitzarra soltó la derecha entre el cinco y el seis, Olaizola se cruzó de forma fortuita en la trayectoria de la pelota y ésta le golpeó de lleno en el codo izquierdo. El de Goizueta se fue derecho al vestuario dolorido, y no salió a la cancha hasta pasados tres minutos.
Los pelotazales dicen que a veces un golpe, o un pelotazo a tiempo, despiertan a los pelotaris en algunos partidos. A Olaizola no le hacía falta desperezarse porque llegó al Atano con las ideas muy claras. Barriola, sin embargo, no dio una a derechas desde que se produjo ese percance. La mezcla del juego de Aimar, los nervios, el ambiente o lo que fueran le hicieron entrar en una espiral de errores que le dejaron clavado en el tanto diez. Fue como si al leitzarra se le fundieran los plomos de repente. Barriola firmó ayer una decena de pelotas perdidas, con esos guarismos es prácticamente imposible llegar a 22.
Aimar Olaizola, el cazatesoros (Joseba Lezeta, Diario Vasco)
Olaizola II volvió a hacer gala de su calidad técnica, de su impronta de pelotari, de su clase, a las que añadió esta vez un golpeo perfecto de derecha. Gozó mucho con esa mano y desarboló a un Barriola desconocido respecto a las eliminatorias anteriores, excesivamente fallón. Perdió diez tantos, demasiados contra un rival tan consistente como Aimar, que sólo regaló uno. Menuda diferencia en el casillero de tantos perdidos.
Un acto reivindicativo (César Ortuzar, Deia)
No hay como mancillar el orgullo de un campeón para que éste se revuelva y reivindique su estatus y encima lo haga con una autoridad absoluta. Aimar sintió un puyazo en el suyo cuando su derecha entró en uno de tantos debates. Las preguntas sobre el estado de salud de su diestra hastiaron tanto al de Goizueta que se enrabietó. Se encorajinó. Decidió lanzar una respuesta seca. Sin titubeos. Un directo. Esperó a la final. Al escenario donde mejor se expresa. Nadie es capaz de manejarse con tal exactitud y destreza en esa clase de citas. Las definitivas. Por eso Aimar salió tocado del Atano III con la txapela del Manomanista.
Las tres claves (Julián Retegui, El Correo)
La final ha tenido como claves principales tres cuestiones en su resolución. El cestaño, los regalos y el físico. El material ha sido muy trascendente. Expresé en vísperas del partido que saber elegir a Doña pelota en una viaje tan enrevesado como éste tenías siete tantos ganados en tus alforjas. Así ha sido. Aimar ha puesto en juego una pelota de medio bote, complicada de mover, que se quedaba en el frontis y que andaba muy bien por el suelo, con la que la hecho mucho daño a Barriola.
Aimar, un prototipo de finalista que se doctora con su segunda txapela (Asier Aiestaran, Gara)
Y es que Aimar es el prototipo perfecto de pelotari para jugar una final. Es cauto, sigiloso, sabe desconectar del entorno y domina los nervios como nadie. Y apoyándose en esas características logró anular a un Barriola al que pudieron los nervios y la precipitación durante las fases más importantes del partido.
Nadie quiso faltar a la fiesta del año (Anabitarte, El Mundo Deportivo)
Por allí se pudo ver a ilustres campeones como Retegi II, Arretxe, Eugi, Atano X, García Ariño I, Gorostiza, Galarza III o Tolosa. Tampoco faltaron pelotaris como Martínez de Eulate, Otxandorena o Tirapu o el botillero por antonomasia Martín Ezkurra, el ex-presidente de la LEP.M Julián Arruabarrena, el bertsolari Sebastian Lizaso, el mítico aizkolari leitzarra Patxi Astibia, el ex-presidente del alavés Gonzalo Antón , o los conocidos cocineros Martín Berasategi e Hilario Arbelaiz. Por cierto, ni rastro de las 3.000 magdalenas que Berasategi tenía previsto llevar al Atano III. ¿Las llevó?
El que manda manda (Eduardo Gómez, la Rioja)
Olaizola II se impuso con autoridad en la final del campeonato manomanista de primera categoría sobre Abel Barriola por un claro 22-10. Un resultado que conlleva un preciado triunfo personal, una chapela que es la máxima aspiración de un pelotari. Si se consigue, como es el caso, después de un partido en el que se ha demostrado su superioridad, la alegría del campeón y la de sus seguidores está sobradamente justificada. Como lo estará en su empresa, dada la sequía de triunfos que venía acompañando a Asegarce durante la temporada.