«Se necesita un material que mitigue el golpe pero que tenga salida» Lizarraga, médico de la LEP.M

Gara
Médico del Servicio de Medicina del Deporte de la Diputación Foral de Bizkaia, asesor médico de la Federación Vizcaina de Montaña y miembro de la Vasca, y médico deportivo de la Liga de Empresas de Pelota a Mano son algunos de los cargos que ostenta el doctor Kepa Lizarraga, quien anteayer dio una conferencia en Donostia sobre los problemas que causa el material que se utiliza para jugar a pelota a mano.

Padre de pelotari y «pelotari veterano» a raíz del estudio, como él mismo se define entre risas, Kepa Lizarraga coordina la investigación sobre los problemas que causa el material que se utiliza para jugar a pelota a mano en los más jóvenes. El martes impartió en Donostia una conferencia sobre el tema.

­¿En qué consistió la conferencia?

Intentamos recoger una serie de trabajos de investigación que empezamos hace ya algún tiempo sobre la pelota como herramienta, como elemento de juego, dirigido, sobre todo, al ámbito del deporte escolar.

­¿Cómo se inició la investigación?

El trabajo comenzó por inquietud de la Federación Vizcaina de Pelota y, en concreto, del Adiskide Pilota Elkartea de Galdakao. Vimos que entre los más pequeños estaba habiendo problemas de mal de manos y, eso que es bien conocido en el ámbito profesional, parece más difícil de tolerar en el ámbito de los críos. Nos pusimos a analizar cómo se podía paliar o reducir ese problema estudiando el tema de la protección de las manos sin modificar la pelota, y ése es un ámbito que puede servir para todos los pelotaris de todas las edades.

­¿Qué es exactamente el mal de manos?

El mal de manos es una realidad que no está del todo definida. Es una especie de cajón de sastre. Hay un montón de lesiones que se meten dentro del llamado mal de manos. Es un problema serio en profesionales, pero lo que no se puede permitir es que la práctica deportiva deje secuela en los niños. Eso es lo que ha motivado el estudio, evitar las lesiones y las posibles secuelas futuras. Queremos que los chavales disfruten con la pelota, no que la sufran.

­¿Qué pasos se han dado a lo largo del estudio?

Intentamos relacionar el tamaño de las manos de los críos con el de la pelota que manejan, y luego relacionar y estudiar la fuerza que tenían los críos en el antebrazo y en la mano con el peso de las pelotas con las que tenían que trabajar. Esa fue nuestra primera ocurrencia. El problema es que en todos los deportes se juega un poco entre lo deseable y lo posible. La pelota que salía no era vistosa para los pelotaris, decían que no tenía brillo. Así, nos quedaba otro camino, que era conseguir mejorar la calidad de las protecciones para que los chavales no tuvieran problemas.

­¿Qué sistema utilizan para llevar a cabo la investigación?

Utilizamos unos sistemas de captura de presión. Lo que hacemos es comunicar una célula sensible, una célula de carga, con un ordenador, y lo que se hace es producir golpes similares a los que se dan en el juego de pelota. Reproducimos esos golpes y vamos cambiando las protecciones para ver de qué forma influye cada material tanto en el golpe como en el tiempo que se aplica y en la duración del bote. Por ejemplo, en el mundial de pelota de hace unos años algún pelotari ­el mexicano El Puyas­ utilizó la famosa ‘‘hamburguesa’’. Si ponemos un tocho de espuma, seguramente el pelotari no sentirá ningún daño, pero probablemente esa pelota caerá a sus pies. Necesitamos un material que mitigue el golpe pero que tenga salida.

­¿En qué están trabajando ahora?

Estamos intentando encontrar un material que nos pueda dar las dos cualidades, salida y amortiguación. En una ocasión reprodujimos un golpe con un elemento a célula desnuda, que es como recibiría el golpe la mano desnuda, y obtuvimos un golpe de unos 103 decanewtons de fuerza. Sin embargo, cuando pusimos un par de capas de los protectores más habituales, el golpe se redujo en un 13% en la magnitud de la fuerza y en un 9 % el bote. Lo que pretendemos es averiguar cómo conseguir mitigar una cosa sin perjudicar a la otra.

­¿Cómo va el estudio?

Nos falta un elemento, una especie de electroimán para hacer la liberación del móvil, que es el que impacta contra la célula. Estamos esperanzados. Hay varios temas que aún hay que analizar, como son las cualidades de la amortiguación de los materiales tradicionales o la posibilidad de uso de nuevos materiales que ya están irrumpiendo. También nos queda ver un tema muy importante, el de la dispersión de la energía. Es decir, cuando casi todos los pelotaris se quejan de que se han hecho daño con un golpe, suelen saber decirte en cuál ha sido. Suelen decir que la pelota les ha entrado, y desde el punto de vista médico es una expresión bastante acertada. Ocurre que la energía se concentra en un punto y lo lesiona, y lo ideal sería poder dispersar ese golpe en una superficie mayor.

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