El Arretxe-Elkoro de 1997 fue la última final igualada. Juan Ángel Monreal, Diario de Noticias
Todos los años sucede lo mismo. El encuentro más esperado de la campaña defrauda a los 2.000 espectadores que llenan el Atano y a las decenas de miles de telespectadores que reservan su tarde de domingo para sentarse frente al televisor. La final del Manomanista se ha convertido en una especie de frustración permanente y repetida, que ilusiona a todos durante las semanas previas y que se desinfla en apenas unos minutos de mal juego.
El último ejemplo es el del año pasado, pero lo cierto es que desde 1997 no se ve una final decente. Aquel año, Fernando Arretxe y Aitor Elkoro se fajaron con todas sus armas en un partido durísimo, de 350 pelotazos y 66 minutos de duración. El luzaidarra consiguió aquel 11 de mayo su segunda y última txapela manomanista.
1998: Eugui, 13; Beloki, 22
La del 98 fue la final más esperada (más de 400 personas asistieron a la elección de material) y la que inauguró la serie de decepciones. Se jugó el 22 de noviembre de 1998 debido a los sucesivos aplazamientos solicitados por Patxi Eugui, lesionado en su derecha. Los ocho saques del burladés y la lozanía de un brazo derecho poderosísimo rompieron al agoizko, que se adelantó por 4-0. «Ninguno de los dos ha jugado a su nivel», dijo después Beloki. Se dieron 221 pelotazos a buena y, de salida, se cantó 1000 a 9 por Beloki. Un día más tarde, Beloki explicaba desde la satisfacción el pobre espectáculo que se había visto: «A veces la gente cree que por ser una final se va a ver un buen partido y eso no es así. Hay mucha tensión y muchos nervios».
1999: Dos finales (o ninguna)
La división empresarial entre Asegarce y Aspe rompió, después de más de 20 años de unidad, el Manomanista. Hubo dos campeones (otros dicen que ninguno) en sendas finales mustias y olvidadas ya por la mayoría los aficionados. Beloki liquidó a un Arretxe que periclitaba y que llegó, además, con problemas de manos. El burladés se proclamó campeón de Euskal Herria (22-9) en un Atano III que apenas registraba media entrada Eugui tumbó a Elkoro por 22-11 en el Astelena un domingo por la mañana.
2000: Beloki, 13; Eugui, 22
Hubo que esperar año y medio para ilusionarse de nuevo con una final. Ocurrió el 28 de mayo de 2000 después de un campeonato interesante, que se unificó tras la ruptura y enganchó al público gracias a partidos inéditos. Eugui ejerció en aquella ocasión de martillo y trituró a Beloki con un 0-10 de salida que dejó la final muy encarrilada. El duelo decepcionó de nuevo. Poca igualdad, poco juego (259 pelotazos) y demasiados errores. Beloki perdió nueve pelotas claras. El burladés, que había salido con el dinero de su lado, sacó una conclusión clara tras el choque: «Los nuestros son partidos de cara y cruz, de tensión y violencia».
2001: Eugui, 8; Beloki, 22
La definición de Beloki se cumplió a rajatabla al año siguiente y se llevó a su extremo. 38 minutos de partido y 141 pelotazos en un monólogo del burladés, que anotó ocho saques y media docena de pelotazos ganadores. «Los dos vamos a romper la pelota y hay muchos errores», dijo entonces Beloki, que había de conocer al año siguiente una ración de su propia medicina.
2002: beloki, 3; Barriola, 22
Ha sido, hasta el momento, la última final manomanista de Rubén Beloki, que tuvo que aplazar en un par de ocasiones y que recibió la paliza más escandalosa de su historia en la competición. Se esperaba mucha más resistencia del burladés y quizá no tanto poder del leitzarra, por lo que la final se redujo a un par de tantos iniciales interesantes. En 174 pelotazos se había decidido el choque. Sólo la alegría de cientos de leitzarras dio calor aquella tarde de junio al Atano.
2003: OlaIZOLA ii 7; rUIZ, 22
La del año pasado ya no fue una final, sino su caricatura. Patxi Ruiz obtuvo un merecido título frente a un Olaizola II manco, que se lesionó por tercera vez consecutiva y que terminó por enfadar a buena parte del público. Hubo 194 pelotazos en un Atano sin el ambiente de otras veces. La final se jugó bajo el sol canicular del 21 de julio y no dejó casi ningún detalle rescatable. Xala e Irujo no tendrán difícil mejorarlo.