Martínez de Irujo, Urzainki, Mutiloa, Etxaniz, Atano XIII y José Luis Olaizola se reunieron en DV para hablar de la final manomanista de mañana
Lezeta y Echevarren / Diario Vasco
Juan Martínez de Irujo, que mañana disputa la final del Manomanista ante Xala en el Atano III de Donostia, almorzó el jueves en DV, tras la elección de material, junto a una nutrida representación de su empresa, Aspe. La lista la integraban el gerente, Patxi Mutiloa, el director deportivo, Jokin Etxaniz, y el jefe de prensa, Ibon Arakistain. A ellos se sumaron el seleccionador de material, Juan Mari Juaristi, y su inseparable José Luis Olaizola, pelotazale azpeitiarra de fluido verbo. Y Ángel Urzainki, el botillero del delantero de Ibero.
Faltaron a la cita Xala, el otro finalista, y Pampi Laduche, su mentor, a quienes una visita al masajista a primera hora de la tarde les impidió compartir mesa con el resto de invitados. Enrique Erentxun, director comercial de DV, ejerció de anfitrión.
Las alarmas saltaron antes incluso de que se sentaran a la mesa. «No me encuentro bien, me estoy mareando», dijo Martínez de Irujo mientras se hacía unas fotos en la redacción del periódico. La verdad es que no tenía buena cara. Patxi Mutiloa se quedó a cuadros. «Necesito tomar aire o comer algo», afirmó el pelotari.
Dicho y hecho. Un par de lonchas de jamón serrano, dos guindillas con anchoas y aceitunas y una Coca Cola obraron el milagro. Irujo había recobrado el color en su rostro. También la sonrisa. «Eso ha sido una bajada de tensión», le decía Urzainki mientras daba buena cuenta del aperitivo.
Mutiloa también respiró tranquilo tras el susto. Y le envió el primer consejo. «Juan, lo que tienes que hacer a partir de ahora es comer arroz con verduras, nada de ostras, almejas o fresas con nata. No vayamos a fastidiarla ahora». El pelotari asintió con la cabeza. «Eso ha sido por culpa de la presión», apostilló Juaristi. Inmediatamente, Urzainki salió al quite. «No es mala presión salir como favorito. Mucho peor es salir derrotado».
El chaval se vino arriba. Pidió otra Coca Cola y atacó a las gildas mientras la conversación cambiaba de rumbo, centrándose ahora en las apuestas. «No se pueden dar de salida esos momios. Es de locos», aseguraba Mutiloa. Juaristi reconocía que «en todas la finales pasa igual». Y el turno le llegó por fin a Olaizola. «El nombre hace mucho», puntualizó. «Este tiene poco nombre y mucho juego -matizó Urzainki refiriéndose a Irujo-. Creo que nos está engañando a todos». La carcajada fue general.
Con ganas de guerra
Los elogios le llovieron ahora a Jokin Etxaniz, director técnico de Aspe. «Tienes que renovarle por cuatro años», le dijo Urzainki a Mutiloa. Y saltó Irujo, síntoma inequívoco de que estaba repuesto y con ganas de guerra. «A ése, pero si hace trampas», bromeó. La respuesta del bergarés no se hizo esperar. «Otros sí me hacen trampas. Tú todavía no».
Del aperitivo sólo quedaron las migas y algún que otro palillo perdido entre los platos. Peio García Amiano, cocinero y crítico gastronómico de DV, y Martxel Elustondo, del equipo de la escuela de cocina de Intxaurrondo, les habían preparado un delicioso menú para la ocasión. Comida limpia, sana. Nada de grasas. El fantasma de la gastroenteritis de Xala planeaba sobre la mesa. Primero, menestra de verduras con refrito de ajos. Después, merluza a la romana. Y de postre, tarta de queso.
La conversación fue muy fluida y circuló en torno a la final de mañana. Mutiloa volvió a romper el hielo. «En las últimas ediciones se han dado resultados muy abultados». «Eso es lo mejor», respondió Irujo. «Sí, pero éste, con el 21-21 en el marcador, es de los que le encanta acabar con una dejadita», le reprochó Mutiloa a Urzainki, quien salió al paso como pudo. «Tienes razón Patxi, tiene un poco de torero». Irujo volvió a salir al ruedo. «Lo hago porque en la televisión siempre echan el último tanto, es el que más se ve siempre».
Y salió a colación la lesión de Xala. «Yo no le he visto que apoyara con fuerza el pie izquierdo en el suelo», aseguró Irujo, quien de inmediato le formuló una pregunta al gerente de su empresa. «¿Y si me pasa algo a mí, qué?». Patxi Mutiloa comenzaba ya a intuir que le iban a dar la comida. «Si te pasa algo a tí, me voy a África», aseveró antes de mandarle un recadito, medio en broma medio en serio, a su pelotari. «Juan, te estás jugando la txapela y las vacaciones…».
El exigente sistema de competición del Manomanista tiene la culpa de que el campeonato se haya alargado. Martínez de Irujo ha tenido que ganar cinco partidos para plantarse en la final y Xala, seis. «Juan tiene un mérito tremendo», afirma Juaristi.
«Antes, la final del Manomanista estaba fijada de antemano y el campeón tenía tres meses para prepararse. Ahora eso no pasa», recordaba Urzainki. Etxaniz le apoya. «Julián Retegui no jugaba a parejas los dos últimos meses antes de la final». Mutiloa le interrumpe. «En cambio, Irujo lleva compitiendo sin parar desde el mes de enero».
Urzainki desveló uno de los secretos de su pupilo: ponerse los tacos. La forma de hacerlo rompe todos los esquemas pelotísticos conocidos a juicio de su botillero. «Si le ves cómo se los pone no puedes creerlo. Para él parece que están bien, pero es un poco chapucero». Etxaniz interviene en la conversación. «Además, no puedes decirle nada porque si poniéndoselos como se los pone gana partidos, imagínate si se los pone bien». Juaristi recuerda a Barberito, otro pelotari que tenía una forma peculiar de proteger sus herramientas de trabajo. «Se colocaba como un coscorro de pan, pero luego cómo le daba». Urzainki también se acordaba de él. «Parecía un oso, era todo pelo, pero tenía una derecha poderosísima». Y Etxaniz, fiel a su estilo, colocó el último puyazo. «El peor que he visto en mi vida ponerse los tacos es Resano, un aficionado alavés. Se quedaba una hora con una vela debajo de la mano esperando que se ablandase…».
Un merecido descanso
Martínez de Irujo tiene previsto marcharse de vacaciones dos días después de disputar la final. «Me voy el día 15 y vuelvo el 23», anunció. Su destino es el Caribe, concretamente la República Dominicana. Irá a un hotel de cinco estrellas. Tomará un vuelo directo desde Madrid a Punta Cana y lo hará acompañado de su novia. «Te vas a aburrir», le auguró Etxaniz. Su botillero, Urzainki, taxista de profesión, se ofreció voluntario para llevarle a Madrid. «Si gana la txapela le llevo encantado, pero si pierde se va andando».
«Antes no había vacaciones para los pelotaris», apostilló Olaizola. «Si los pelotaris de ahora cobraran por partido, como hacían los de antes, no se irían de vacaciones», dijo. Jokin Etxaniz le rebatió. «Pero antes la exigencia no era la misma de ahora, no había televisión, no había tantos periodistas. El verano era mucho más llevadero».
Mutiloa puso la nota de humor. «Juan se ha hecho tan famoso como los que salen en Crónicas Marcianas. Incluso ha hecho popular a su perro, del que he visto varias fotos». Y anunció que «contamos con Martínez de Irujo para el festival conmemorativo del centenario del frontón Astelena, el día de San Juan. Somos conscientes de que necesitas desconectar, pero la culpa de que no tengas más vacaciones ha sido de la gastroenteritis de Xala». Y Jokin Etxaniz puso la guinda. «Juan, te voy a llamar por teléfono todos los días. Tienes que explicarme al detalle todo lo que hagas».
En el Caribe no podrá jugar al mus, una de sus grandes aficiones, a no ser que se busque a otros tres para echar una partida. «Le gusta mucho -afirma Etxaniz-, pero es muy malo. Tienes que probar el golf. Yo he ido alguna vez y es muy divertido. Lo malo es que no paras de perder bolas una tras otra».
Martínez de Irujo ya tiene pensado dónde festejar la conquista de la txapela… o del subcampeonato. «Vamos a ir a la sidrería Larruna de Pamplona, el mismo sitio donde Fernando Goñi celebró con sus amigos la txapela del Campeonato de Parejas. ¿Si me gusta la sidra? No demasiado. Suelo beber tres o cuatro vasos antes de comer, luego cambio al vino y al final acabo con agua».
La comida finalizó a media tarde y el ambiente fue distendido. Se habló de pelota y de muchas cosas más, algunas irreproducibles. Y como colofón, Patxi Mutiloa ejerció de camarero sirviendo las copas. Se le vieron maneras…