Martínez de Irujo se impuso a Xala en la final del Manomanista
El de Ibero desplegó un juego osado, de continuas jugadas ofensivas | Es el primer debutante en ganar la txapela
Pablo Almárcegui / La Estafeta de Navarra
Se consumó la revolución del mano a mano. Martínez de Irujo, un chaval de 22 años de Ibero, se caló ayer la txapela del campeonato Manomanista a la primera, en el año de su debut en profesionales, y pasando por encima de todos los rivales que se ha encontrado a su paso (seis, en total). Ayer fue el turno del francés Xala, mucho pelotari, pero Irujo tiró del repertorio que tantos éxitos le ha dado en los 372 días que lleva como profesional: juego atrevido, una capacidad inusual para entrar de aire, facultades físicas sobresalientes y, sobre todo, una facilidad para resolver los tantos única. Ayer lo confirmó: Irujo es el Genio de Ibero.
La final fue acelerada, con un juego tremendamente embarullado en los cuadros delanteros, y demasiados errores; un partido cantado, dados los finalistas. Irujo y Xala eran novatos en la puja por la txapela, saltaron a la cancha muy nerviosos, y al ser especialistas en el juego de aire, pronto se enzarzaron en un ritmo frenético. La pelota no botaba (175 pelotazos en poco más de 9 minutos de juego real); simplemente, recibía manotazos de aire.
De aire desde el tanto 1. Los dos pelotaris desvelaron pronto sus cartas: en el tanto 1, todo un exponente del juego que se vio en el Atano III. Sacó Irujo, Xala respondió con eficacia y el navarro intentó realizar una dejadita de aire. Le salió mal y le dejó la pelota a placer al francés, que tampoco aprovechó el regalo. Y ambos comenzaron un peloteo trepidante, de continuos golpes de aire, que finalmente Irujo resolvió en plan kamikaze: con una dejada al ancho.
Ése fue el comienzo de la locura, porque Irujo no renunció en ningún momento a su filosofía: jugársela por decreto. Así, en el segundo tanto, después de sacar, volvió a intentar hacer una paradita de zurda, en una posición un tanto forzada. La pelota se le fue abajo, y con ella, la cátedra pelotazale se echaba las manos a la cabeza: ¿dónde estaba el juego clásico en largo, de pelota a bote y derechazos atrás?
Para al asombro de todos, Martínez de Irujo volvió a jugársela una y otra vez. Recuperó el saque enseguida, con un tanto colosal tras un gancho de zurda que no sólo rompió el dominio de Xala, sino que se fue como una exhalación a un dedo de la contracancha. 2-1.
Y de ahí, se fue en una tacada frenética hasta el 8-1, con tres saques incluidos –uno de ellos, el 5-1, inapelable, que salió como un obús hacia el ancho, en busca de la mano mala de Xala–.
La voluntad de Xala. El de Iparralde asistía atónito al monólogo de Irujo, pero no perdió la compostura y espero agazapado a su oportunidad, en forma de regalos del navarro. A pesar de haber sufrido un esguince a cuatro días del gran partido, Xala se mostró muy recuperado, se movió con agilidad y resultó un digno oponente al juego frenético del de Ibero, que alternó los errores con los aciertos hasta el 14-8. Ahí llegó la gran opción del de Lekuine. Irujo cometió su primer error claro de todo el partido, una pelota a placer que se le escapó, tras no gozar con la derecha. Y, como contagiado por su rival, aplicó el saque–dejada con gran brillantez (en especial, un tanto al dos paredes con efecto), hasta acercarse hasta un peligrosísimo 14-12. Xala estaba en racha y el partido parecía tomar otro rumbo.
La reacción del Genio. Pero Irujo, el mejor ‘rookie’ que se recuerda, sabía que ésa era su txapela, y se aplicó para retomar en saque empleando para ello el mejor tanto del encuentro: volvió a embarullar el tanto adelante, y respondió a una dejada excelente de Xala con una alcanzada inverosímil. Después, rebasó con un buen pelotazo a su rival.
Irujo firmó acto seguido un buen saque, y consiguió después un tanto muy discutido, tras una estorbada a Xala que debió ser vuelta, aunque no lo vio así el juez.
Y tras la polémica, el Genio entró en plena catarsis y se fue hasta el 22 a golpe de eso, pura genialidad. Hizo dos tantos consecutivos excelsos, con sendas dejadas al txoko desde el cuadro cinco. Con el 19-12 y un Xala abatido, el navarro firmó tres tantos rutinarios (cortadita al txoko, saque y nueva dejada al rincón) para proclamarse campeón del Manomanista. El más atípico que se recuerda.