Leiza dejó en tres a Urberuaga y jugará la final contra Galarza VI el 28
J. HERNÁNDEZ / Diario de Navarra
Leiza y Galarza VI jugarán la final manomanista de Segunda categoría el próximo 28 de mayo. Leiza, a favor de pronóstico, se impuso ayer en el Municipal de Bergara a Urberuaga con absoluta contundencia y superioridad, 22-3.
El vencedor fue mejor en todos los sentidos y en todos los terrenos. El desigual encuentro dejó en evidencia las carencias de un Urberuaga joven y en progresión de juego, pero que ayer se mostró blando y nervioso. Leiza dominó a partir de un golpe superior. Se asentó mejor en la cancha, intercaló la dejada y también hizo daño con el saque. Rompió el encuentro con un parcial de 16-1 escandaloso, que se rompió gracias a una escapada afortunada de Urberuaga que terminó en dejada.
Pero luego el propio Urberuaga cometió un fallo lamentable en el cuadro dos y Leiza se escapó como una exhalación hasta el 22-3 final.
La segunda semifinal del Manomanista de Segunda fue una pelea totalmente descafeinada por la propia superioridad de Leiza que minimizó al rival. El vencedor rubricó ocho dejadas, ganó tres tantos atrás y consiguió cinco saques. El resto lo regaló un Urberuaga decepcionante. Curiosamente los dos finalistas de la txapela de plata -Galarza VI e Iñigo Leiza- son vecinos de Arrate. Los dos se verán las caras el próximo día 28 en un recinto todavía por decidir.
Un gran Patxi Eugui
El festival del Municipal de Bergara se completó con otra paliza. Eugui e Íñigo Pascual se pasearon literalmente ante Del Rey-Lasa III a los que dejaron en ocho tantos.
La diferencia en el rendimiento de las dos parejas fue abismal. Iñigo Pascual se mostró superior en la zaga a un Óscar Lasa que estuvo muy justo que cometió bastantes fallos. Y adelante Patxi Eugui rubricó un partido muy sólido, perfecto en defensa y con superioridad a la hora del remate.
El agoziko trajo a mal andar al riojano. Eugui consiguió un gancho a bote magistral, cinco tantos de saque y cuatro dejadas. El agoizko ha levantado la cabeza después de su tropezón manomanista.