El pelotari de Lekuine firma una tacada final de ocho tantos para llevarse el partido
César Ortuzar / Deia
Lo ocurrido el sábado en el Labrit fue un indicio, la chispa inicial de la falla que ayer ardió en Bergara. El mundo al revés. La cátedra, ése conclave de opiniones invisibles que murmura pronósticos infalibles deberá reorientar su discurso. El petardazo fue mayúsculo. Las predicciones de la jornada se quemaron como un ninot. Sin remisión. La jaula tiene ahora otra dimensión. Es más grande.
Xala probaba de nuevo en la liguilla tras la tunda del pasado año. Llegó el de Lekuine con el deposito en reserva. No era favorito y le tocó saltar vallas. Así que cuando tuvo que impulsarse no tuvo fuerzas. Se quedo hierático. Aquella carrera de obstáculos de 2004 le abrió la puerta en los cuartos de 2005. Sin el cansancio muscular y deshecha la maleta de los nervios que va esposada a sus muñecas, Xala ha crecido extraordinariamente en sus prestaciones. Él se pondrá el límite. En Bergara jugó magníficamente ante Titín III, el pelotari competitivo por excelencia. Por eso, su victoria adquiere si cabe una dimensión mayor.
La fuerza mental de Xala
Augusto no es un manista cualquiera. Sus registros en las distancias achicadas son gigantescos. Se mueve a sus anchas en el pasillo del Cuatro y Medio. Erró Xala en su primer dos paredes y el de Tricio se lo agradeció. Entró primero en harina. A Yves, le retrataba el gesto, entre contrariado y timorato. Espabiló porque no queda otra. El que se duerme no se despierta ante Titín. Ley de frontón. Así que los dos se engancharon. El de Tricio enredó por momentos en la electricidad a Xala, que nunca boqueó. El ritmo era enloquecedor, un redoble, y el cruce de remates, una cascada. La transición ataque defensa era nula. Los dos se la jugaban. La primera tacada de Xala la salvó Titín con una dejada que cortó la hemorragia. La jugada animó al riojano que no acababa de suturar su juego. Le costaba hilar porque Xala era una pared rapidísima. Tapó los huecos y leyó perfectamente las intenciones de su oponente. Iba un paso por delante. Titín, empero, nunca descansa y trabajó a destajo hasta igualar por cuarta vez la contienda, esta vez a 14.
Por fin el dinero que había salido favorable al de Tricio tenía una respuesta alentadora desde la cancha. Colocó un saque, un dos paredes y cerró con una volea su dominio. En ese periodo de tiempo Xala corrió tras el cuero. Las carreras de este a oeste no le beneficiaban. Titín mandaba recados y allí iba Xala como un poseso, en busca de un resto. El sufrimiento se adhirió al jogging que practicaba. Por fortuna con 18-14, una volea le devolvió a al posibilismo.
Xala respiró y se tiró a bucear en el cestaño. En su inmersión no dudó. La solución estaba en el mimbre. Trincó la pelota de cuero vuelto. El cambio de material fue un chute de adrenalina. Rondando la hora de partido Xala estaba fresquísimo, el cuero le devolvió la confianza y se enchufó decididamente. Desde el cartón catorce se fue al 22 exhibiendo un potente arsenal que electrocutó a un gran Titín.