Juan Ángel Monreal / Diario de Noticias
Sebastien Gonzalez y Juan Martínez de Irujo se enfrentaron el domingo en un partido por parejas que bien podría haber pertenecido al Campeonato. Atrás jugaban dos zagueros de primer nivel y se dieron 825 pelotazos a buena en más de 80 minutos de partido. Datos sorprendentes si se tiene en cuenta que ambos delanteros debutan este fin de semana en el Cuatro y Medio y si se atiende a su perfil y a su historial: los dos son reputados rematadores y exponentes del juego alegre y variado.
La explicación hay que buscarla en varios lugares. Primero en la zaga, donde contendían dos secantes como Fernando Goñi y Eulate. También tuvo algo que ver el cestaño, que deparó un lote que fue de más a menos, agradecido y chispeante en los primeros tantos, y carente de gracia en los definitivos. Pero también conviene atender a un tercer factor. Irujo ha serenado su juego, ha abandonado ciertas tendencias suicidas y ha optado por un camino quizá menos vistoso, pero que muchos en su empresa miran con ojos complacientes. «Últimamente he cambiado algo la forma de jugar», reconoce el delantero de Ibero, que no ha sido inmune a las críticas que lo han bañado en más de una ocasión en el estío: «En algún frontón he salido de la cancha entre pitos».
Así, el campeón del Manomanista de 2004 afronta una temporada en la que volverá a ser examinado en cada encuentro. Su primera cita competitiva le llega muy pronto, este mismo viernes, en un choque frente a Imanol Agirre correspondiente a la primera ronda del Cuatro y Medio. En él se comprobará en qué estado alcanza un torneo en el que nunca ha brillado y por el que no siente predilección, y que desvelará también el estado de un dedo meñique que le ha dado guerra durante todo el verano. La última rotura se produjo el 6 de agosto.
¿Le sigue molestando esa rotura?
Todavía un poco. Lo que está claro es que no tengo esa confianza de antes con la zurda. Ni al entrar de aire para cruzar el gancho ni, sobre todo, al defenderme. Muchas veces la mano se me va para atrás.
Éste no ha sido un verano fácil. A los problemas físicos se le han unido unos resultados algo más discretos, sin presencia en las finales de los principales torneos. ¿Cómo lo valora?
El verano no ha sido ni bueno ni malo. Me ha costado llegar a 22 y desde luego no he jugado todo lo bien que hubiera querido…
¿Y la pasada temporada?
Yo creo que hice un año cojonudo. Firmaría obtener todos los años una txapela y un subcampeonato. Hasta que me rompí el dedo estuve a un buen nivel. Hay gente, como Jokin Etxaniz, que me dijo que tiene más mérito el subcampeonato de este año con el dedo roto que el título de 2004.
¿Ha vuelto a ver la final?
Todavía no. Pero la veré.
En estos meses ha conocido las críticas tras muchos meses de idilio con el público y con la prensa. ¿Se lo esperaba?
Ya sabemos cómo funciona esto. Las críticas llegan porque se me exige. Si el público me pita es porque piensa que puedo dar más de lo que estoy ofreciendo en estos momentos. En cualquier caso, me parece que estoy en el punto de mira y quizá me he llevado alguna crítica más de las que me merecía.
Con Titín ha perdido muchos de los encuentros que ha jugado…
Sí. Augusto es el pelotari que más veces me ha ganado. Le vencí en los tres primeros encuentros que jugamos y luego la verdad es que me ganó.
¿Han influido estas derrotas en su estilo de juego? Porque lo cierto es que últimamente se le está viendo más comedido, alargando los tantos y los partidos.
A mí me gusta jugar alegre, eso está claro. Pero se me está criticando bastante porque pierdo pelota y cometo errores. Nosotros jugamos para la gente, para entretenerle y no sé lo que quieren… Ahora mismo estoy un poco confuso en este sentido, respecto a la forma de jugar.
¿Y las críticas de la prensa? ¿Duelen más o menos que las del público?
No he querido leer mucho la prensa. En el frontón, las críticas y los pitos, que ha habido más de uno, duelen en el momento. Luego se pasa y hay que aprender de ello.
¿Qué le dice Jokin Etxaniz, el director técnico de la empresa?
Él insiste en que somos profesionales, que hay que jugar serios y a ganar el partido. Él es de los que dicen que hay que arriesgar cuando hay que arriesgar.
¿No trata de darle demasiada velocidad al gancho? Algunos creen que le bastaría con ir a colocar, a cruzar la pelota…
Lo que ocurre es que, tal y como tengo el dedo, si voy sólo a marcar me vendería en muchas ocasiones. De esta manera, por lo menos le doy velocidad, aunque resulte más complicado dirigir la pelota.
¿Y tras este verano, cómo llega al Cuatro y Medio?
Un poco cansado de partidos tras el verano. Pero bueno, esto no es excusa, porque todo el mundo está más o menos igual y voy a salir a ganar e intentar pasar de ronda. De todos modos, yo creo que el Cuatro y Medio habría que replantearlo.
¿En qué sentido?
Se podría suprimir la liguilla, que es lo que extiende tanto la competición. Jugando a eliminatoria directa se acabaría con este problema y habría más tiempo para prepararlo. Yo sólo he hecho un entrenamiento.
Da la impresión de que no le tiene mucho aprecio al Cuatro y Medio…
No llega en buena época, cuesta mucho romper y es la competición más igualada. Hay muchos pelotaris que juegan muy bien. Para mí, es incluso más duro que el mano a mano. Hay más peloteo, es más largo e incluso hay que andar más en la cancha. Mis grandes objetivos son el Parejas y el Manomanista.
Pero en el Parejas no sólo depende de usted, sino del compañero.
A mí eso me da igual. Es una competición larga, en la que hay que demostrar regularidad y compenetración. Nunca me quejaría del zaguero. Todos cojeamos en algún sitio.